El sensor confocal cromatico se sirve del análisis espectral de la luz para obtener un enfoque perfecto en todo su rango de medida. Cuando la luz blanca de la fuente integrada en el sensor encuentra un obstáculo, el rebote es analizado en un espectrómetro. Cada componente de la luz está calibrada y su rebote está perfectamente enfocado a una distancia precisa. De esta forma, la medida estará perfectamente enfocada en todo el rango de trabajo (y no sólo en el centro, como ocurre con otras tecnologías), pues cada color presenta enfoque perfecto en su distancia propia. Todo esto en la escala de precisión nanométrica y de rango milimétrico, según el modelo.
Se consigue así un rugosímetro o un medidor de distancias de alta precisión y sin contacto (óptico). Al ser válido sobre cualquier superficie (opaca o trasparente, brillante o mate) e independiente de la luz ambiente, permite la medida de grosores de capas traslúcidas.
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